Petrificada.
Quiero hacer un movimiento, pero cada músculo de mi cuerpo se rebela contra la posibilidad de salir de esta posición. No siento nada, pero a la vez nunca estuve tan sensible. El piso está frío, lo sé porque cada centímetro de mi piel percibe la dureza del suelo que aún me sostiene. Puedo sentirlo, sin padecerlo,
sin disfrutarlo.
Es mi desnudez.
No, no es cierto.
Es la desnudez de un cuerpo que nunca fue mío. Tampoco fue ajeno, ni de nadie. Simplemente es un cuerpo desnudo que hoy me desconoce.
Escucho el zumbido de una mosca que me sobrevuela. Quiero seguir su recorrido infinito en el aire pero mis ojos no me responden. ¿Cuánto tiempo podré estar sin parpadear? ¿Cuánto tiempo durará esta perplejidad? ¿O acaso es asombro?
Si tan sólo quisiera quedarme quieta. Pero es absurdo. ¿Cómo querer la quietud cuando ya no hay nada que aquietar? Es este cuerpo que no me corresponde.
No me corresponde.
Ni tan siquiera tragar. Hasta los reflejos se niegan a hacer de éste un cuerpo de la necesidad. Ya no hay necesidad, nunca lahubo, pero ahora ni la creencia de que alguna vez la hubo. Esa creencia que empujaba a mis otras creencias que eran el norte, mi norte.
Lo intento, pero nada. Ni el impreciso movimiento de la punta de mis dedos del pie, ni el desesperado ajetreo de mis brazos intentando devolverme al mundo de la creencia. Me pregunto si será una cuestión de voluntad. No lo sé. Sé que la sensación es la de estar inmovilizada por lo que se desconoce. Como quien
queda encerrado en un cuarto completamente oscuro y silenciado, sin saber de sus dimensiones ni sus peligros. Habrá, entonces, que buscar a tientas una salida que tal vez no exista o que, existiendo, tal vez nunca se encuentre, y aún encontrándola, no se pueda atravesar.
Y nuevamente: la creencia.
Voy perdiendo la noción del tiempo. Ya no sé cuánto llevo aquí. Intento decir mi nombre en voz alta. No para recordarlo, sino para que algo vibre en mí, mis cuerdas vocales, mis tímpanos. No, no es abandono. Es que todo me traiciona. Es este cuerpo engañoso que me hizo creer que era mío y ahora me deja extrañada.
Lo intente o no, no hay respuesta. Sólo preguntas. Y tal vez sea momento de preguntarme antes de extinguirme.
Ascensor de mi edificio. Yo vengo cargada de la frutería. La vecina, una vieja que cuando habla la dentadura que le queda grande produce como una especie de voz que retumba entre el paladar verdadero y el postizo, pispea de reojo el contenido de las bolsas.
VECINA
Cuánta fruta!
Te vas a hacer una ensalada con toda esa fruta?
USHKA
Sí, voy a aprovechar ahora que empieza el calor.
VECINA AY, la verdad que yo también debería hacerme una ensalada
así como algo de fruta.
USHKA
Ajá...
VECINA
Como soy seca de vientre...
USHKA
...
VECINA
Siempre fui seca de vientre.
Tengo que compañar la ensalada con un poco de salvado,
viste?
USHKA
...
VECINA
Y la fruta ayuda...
EL ascensor se detiene en mi piso y mientras abro la puerta, le recuerdo.
USHKA
Señora, hay una razón por la cual se respeta
la convención social de hablar sobre el clima en los ascensores.
La editorial por la que próximamente saldrá a la venta mi nouvelle me invitó a un Club Cultural para leer un capítulo, junto con otros escritores.
Yo, nerviosa, días previos al evento le pregunto al editor qué onda y él me dice "Andá tranquila, es un ambiente relajado, entre amigos".
Llego. Bebo media botella de vino. Me presentan al otro escritor de la editorial. Comienza la velada.
El primer escritor cuenta una anécdota y luego comienza a leer un cuento de su último libro: es el relato de una historia acerca del blanqueamiento anal y es la forma más amena y divertida que he escuchado de contar los detalles acerca de un ano. Sí, breve pero sin vueltas, aunque la historia tenía sus pliegues. Nunca pensé que se pudieran llenar al menos dos hojas hablando de un ano, pero él lo hizo con gracia y profundidad.
Casi al finalizar la velada, yo me acerco y le pido ver el libro que tiene en la mano.
USHKA
Ah! este es tu libro??
ESCRITOR
Sí!
USHKA
Qué bueno! Te felicito!
ESCRITOR
Sí, gracias.
Ahora quiero ver el tuyo!
Creo que las palabras de mi editor "es un ambiente relajado y entre amigos" cobraron un sentido incómodo.
Domingo Día de la madre. Voy a comer a la casa de mi tía en provincia. Hace mucho que no iba. Estaba mi primo, con algunos de sus hijos. Su amigo de toda la vida, Gustavo, viene a saludar.
La vida de Gustavo ha sido difícil. Hijo de padre alcohólico, violento, madre sometida que nunca pudo dejarlo. Se sabía, todos lo supieron siempre: todos los días Ernesto, llegaba borracho a su casa y golpeaba a su mujer, a sus hijos. Ernesto hizo de la vida de sus hijos un verdadero infierno. Gustavo vivía con el terror de llegar de la escuela y encontrar a su madre muerta a golpes. Los años de hígado abatido y las reinteradas internaciones, sumado a la medicación hicieron de Ernesto un hombre "recuperado". Pero los estragos están.
Al ver entrar a Gustavo con su pequeño hijo de un año, pienso en cómo habrá hecho para sobreponerse a ese pasado ominoso, qué le transmitirá a su pequeño hijo.
GUSTAVO
Hey!, Ushka. Tanto tiempo que no venías por acá, che!
Viernes 7.55 PM. Luego de un largo, largo día luego de varias horas de maestría y grupo de estudio, subo al colectivo y pienso "empieza el finde".
Voy pensando en que qué me voy a poner porque llego a casa, largo todos los libros y me encuentro 8.30 con una amiga a quien hace mucho no veo. Le mando un mensaje para confirmar que nos vemos ahí directamente, donde quedamos.
Suena mi celu.
AMIGA
Ush, cómo va?
USHKA
Hey! Yendo para casa.
En un ratito estoy por ahí.
AMIGA
Bueno, lo que pasa es que me estoy yendo a casa.
Hoy me levanté a las 6 de la mañana y ayer me agregaron
Cumpleaños de una amiga. De repente caen dos amigos de ella a la fiesta: ella, muy bonita, porte precioso de bailarina con sus aros artesanales, él también porte de bailarín, ni bien traspasó la puerta, por sus delicados e histriónicos movimientos uno fácilmente podía notar que él era gay. No, no había dudas: muy gay.
Por eso nos sorprendimos todos cuando empezaron a hablar de su casamiento.
NEGRO
(POR LO BAJO) ¿Cómo estos dos son pareja?
'Taba seguro que el tipo era gay y pensé que eran amigos!
USHKA
As did everybody, my dear negrou.
Horas después, me acoplé al auto del hermano de mi amiga que iba para mi barrio. En el asiento de atrás veníamos la pareja y yo. La conversación derivó en las mascotas y yo comenté algo acerca de mis gatos.
ELLA
Nosotros tenemos un gato y una perra.
USHKA
Ah, mirá! Y cómo se llaman?
ELLA
Bueno, es todo un tema.
El gato se llama Mijail Barishnikov.
USHKA
Como el bailarín.
ELLA
Claaro. Pero le decimos "Misha",
porque a los Mijail se les dice así.
USHKA
Cierto.
ELLA
Así que el pobre gato, como todos le dicen "Misha"
tiene problemas de identidad sexual.
USHKA
¿Cómo es eso?
ELLA
Sí, no esta castrado, pero no le atraen las gatas.
USHKA
...
TODOS
...
ELLA
En cambio la perra no. La perra se llama "Chicha"
y no tiene ningún problema.
USHKA
...
TODOS
...
TODOS
...
Primera parada, se bajan los bailarines. Quedamos el hermano de mi amiga y su novia.
Avión de regreso. Último tramo que hacía Santiago de Chile- BsAs. Tomo asiento. Minutos después en el asiento de adelante se sienta una niña de unos 8 años, al lado su hermanito de unos 2 años y el padre de ambos, un hombre en sus cuarenta y cortísimos.
Nunca, jamás en ningún momento del trayecto el hombre aquel se calló la boca. Entre él y su hijo no pude pegar un ojo ( y eso que yo en los viajes me duermo todo).
El hombre, con voz que se aflauta, tenía acento shileno.
HOMBRE
Mira hijito ia sientate bien, pó.
te voiavroshá el cinturón, pero te tienes que quedai quietito
si no mira la señorita ahi te vai retar y si no te sentai no vai tchaé la
comida oie.
Luego de 2 horas así, en un momento el niño de dos años, parado sobre su asiento, se da vuelta y me mira.
CHILENIÑO
Hola!
Yo miro a mi alrededor, no para ver si le hablaba a otro, sino buscando a alguien que quisiera contestarle.
CHILENIÑO
Me iamo ioienzo.
USHKA
Perdón?
CHILENIÑO
Me iamo ioienzo.
USHKA
...
PADRE
Dile que te iamas Lorenzo.
IOIENZO
ioienzo, me iamo.
USHKA
Ah, sí bueno, ioienzo, mirá a mí en realidad emm...
los niños noo... ehh...
IOIENZO
Co' te iamas?
USHKA
Eh?
IOIENZO
Co' te iamas tú?
USHKA
Yo? Ushka, pero la verdad yo preferiría
que no meeehhh... digamos que así ehh..
el intercamb...
IOIENZO
Ushka?
USHKA
Sí, pero como te decía yo noooo...
O sea, entiendo que tal vez estés necesitando hablar
con alguien porque no pudiste en todo el viaje, pero...
IOIENZO
Papi, Ushka!
PADRE
Pero qué bien!
Cuéntale a Ushka cuántos años tienes.
USHKA
Mire, no, de verdad a mi no me int...
IOIENZO
5!
USHKA
Sí, pero, a mí relament...
PADRE
Noooo, pero si tú no tienes 5, oie.
Dile que tienes 2.
IOIENZO
2!
USHKA
Ajá, está bien, pero deberías...
IOIENZO
2 tengo!
USHKA
Sí, sí, escuché, creeme que escuché,
pero te repito porque tal vez vos no me escuchaste,
que a mí no meee....
IOIENZO
(MOSTRANDOME DOS DEDOS)
Así, 2!
2 años tengo.
USHKA
...
IOIENZO
2!
USHKA
...
IOIENZO
(SONRIE AMPLIAMENTE)
USHKA
No te ofendas, ioienzo, pero voy a ir al baño.
Acabo de darme cuenta por qué nunca pude ganar
un argumento con mi ex.
Chateando con mi amiga THAB, en un saludo que el día de hoy se viene repitiendo fastidiosamente.
THAB dice:
Olis! Feliz día!
USHKA dice:
Olis??
Salteemos el momento en el que pregunto por ese saludo y pasemos al momento en que me explicás por qué todo el mundo me saluda con Feliz día.
THAB dice:
Hoy es el día del niño!!!
USHKA dice:
Sigo sin entender.
THAB dice:
Todos llevamos un niño interior.
USHKA dice:
A ver, a ver si nos ponemos de acuerdo
Pongamos un tope generoso de 20 años
Sí digamos que como mucho, muchísimo tengas 20 años
Ahí te entiendo que te saluden por el día del niño y que vos, en un rapto de confusión digas gracias
THAB dice:
??
USHKA dice:
Pero que a tus veinty treinty o cualquier otra edad que sobrepase ese límite generosísimo, te sigas sintiendo aludido es grave.
THAB dice:
Pero todos llevamos un niño interior
USHKA dice:
Querida, ese niño que llevás en tu interior es el niño irresuelto de tu infancia,
ese que hoy hace que seas una flor de neurótica
THAB dice:
Ay, Ush, qué mala onda
era un saludo
ya le tenés que mandar la psicológica
USHKA dice:
insisto: después de los 20, cualquier niño es de la neurosis infantil
eso no me hace exactamente feliz
Sentada en el pasto del Central Park, disfrutando del verano neoyorkino, la vegetación, las ardillas que se pasean y un dúo de muchachitas con unas voces preciosas que cantaban covers al son de sus guitarras.
Se acerca un muchacho con cara de veinticortos, de judío ashkenazi de veinticortos sorbiendo un té helado. Alguien le tiró un kreplaj en el medio de la cara. Y por su forma de abordarme, parece que a mí también.
KREPLAJ
Hace calor hoy!
USHKA
Mucho. Casi que te saca hasta las ganas de hablar.
KEPLAJ
JA! Sos de NY?
USHKA
No, vivo al sur.
KREPLAJ
Florida?
USHKA
No, por suerte conseguí algo alejado de microcentro.
Manhattan - 5 Av y 59 St. conjunción de calles donde uno puede encontrar a FAO Schwarz la mega juguetería de NY.
El lugar es increíble, los juguetes son extraordinarios, todo es maravilloso. Si tuviera un hijo, lo dejaría con una babysitter en el hotel para ir a disfrutar de todo eso yo sola.
Hay una parte de dulces y caramelos que parece la casa de la bruja de Hansel y Gretel en una versión de ensueño de Tim Burton.
Los chupetines, las paletas multicolor, los chocolates, las cupcakes. Luego de recorrer y comprarle un par de juguetes a mis sobrinos, paso por el sector dulces y cargo montones de paletas gigantes multicolor y ositos de gummy gelatina del tamaño de una pera.
Cuando llego a la caja, con la habitual cortesía impostada, el muchacho comenta:
CAJERO
Wow! Eso es un montón de caramelos!
USHKA
Sí, es todo todo para un niño de 3 años.
CAJERO
Todo eso para un solo niño?
USHKA
Síp, así es. Es que está justo en esa edad
en la que se porta un poco mal y
juega con los límites.
CAJERO
Y entonces, los dulces son para premiarlo cuando
se porte bien?
USHKA
Oh, no. Al contrario. Cuando se porta mal
la idea es enfurecer y retarlo. Y justo cuando el piensa
A principios del año pasado, me recomiendan leer "La eternidad no está de más", obra literaria de una belleza increíble. Me enamoro de Francois Cheng y su virtud me deja una marca de sutileza.
El autor es difícil de conseguir y extremadamente caro. Durante un año busco otro de sus libros "La escritura poética china". Poco antes de mi viaje a NY termino de leerlo. Excelente, impecable, un ensayo escrito poéticamente. Aborda la cuestión del vacío y la plenitud y me encuentro con frases que me conmueven hasta las lágrimas.
"Por la presencia del vacío... el pintor aspira a unir el tiempo y el espacio, lo exterior y lo interior y, a fin de cuentas, el sujeto -de quien procede por cierto el verdadero vacío- y el mundo."
(F. Cheng)
NY, Guggenheim Museum. Hay una exhibición de un artista koreano Lee Ufan: Marking Infinity. Observo detenidamente su filosofía artística.
Quedo embelezada, conmovida, marcada.
Esa noche, al irme a dormir, exhausta luego de un intenso día, tengo un sueño maravilloso:
Cola de una hora y media bajo el sol de 38° de Manhattan para subirme al barquito que hace la excursión por la estatua de Libertad y Ellis Island. Ya a punto de entrar pasan la mochila por un scanner, paso el detector de metales y suena.
Se acerca un mulato, metro ochentaypico, cuerpo escultural, labios pulposos que más que dar un beso parece que te van a aspirar la boca. Me mira y con tono amable y me dice que vuelva a pasar. Suena de nuevo el detector de metales.
MULATO
Por favor, señorita, un paso al costado.
La vamos a revisar.
Yo, tranquila que ese día había dejado la .45 en casa, me sonrío, me paro con los brazos levemente separados del torso dispuesta al cacheo. Corrijo, muy bien predispuesta al cacheo.
MULATO
(GRITANDO) Sel!
De repente veo una mujer de color (negro), enorme, igual de alta que el mulato, pero el doble de espaldas. Cada ubre de aquella mujer era del tamaño de todo mi cráneo. El ancho de mis dos piernas equivalía a un solo muslo de aquel gigante.
La veo abalanzarse hacia mí. Estira y abre sus enormes manos. Noto que en vez de dedos, tiene un racimo de berenjenas en cada mano. Empieza a palparme.
USHKA
Sabe, si me van a toquetear así, preferiría que lo haga él.
El mulato intenta disimular una sonrisa de coté. La negra, seria, casi enojada,
NEGRA
Señorita, no estamos aquí para tocarla,
estamos para hacer nuestro trabajo.
USHKA
Aún así...
podrían hacer el cacheo más divertido.
NEGRA
...
USHKA
¿Sabía que el sentido del humor cura todos los males?
Avión de ida a NYC. Al lado mío una monja, una chica joven, blanca blanquísima como si fuera la primera vez que sale de su convento de clausura. Cuando ve que soy mujer, se pone contenta y tranquila que esté en el asiento de al lado.
Me sonríe plácidamente. Y ni bien me acomodo empieza hablarme.
En los viajes yo solamente puedo hacer dos cosas: dormir y comer.
MONJA
Vas a NY?
USHKA
Ajá.
MONJA
Ya estuviste alguna vez?
USHKA
No.
MONJA
Ah, primera vez! Qué bien!
Yo también. Me están esperando allá.
USHKA
Sí? Quién?
Las 15 familias católicas de todo NY?
MONJA
Eh? No, no, una congregación de...
USHKA
Sí, sí. Era un chiste.
MONJA
Vas de vacaciones?
USHKA
Sep.
MONJA
Ay, qué lindo! Unas buenas vacaciones!
USHKA
Mire, ya que usted es religiosa, le voy a confesar
que sí, desde hace un tiempo tengo en mente este viaje.
Iba sentada en el colectivo en un asiento doble. Tan repentino fue el movimiento, que lo noté cuando estaba ahí, muy pegado a mi costado izquierdo. Lo miré. Él me miró intrigado, con cierto aire inocente y me sonrió. Yo desvié la mirada y lentamente giré la cara hacia la ventana, en un gesto que evitaba claramente cualquier contacto. Podía sentir su mirada clavada en mí. Acomodo el cuerpo sobre el mismo asiento para hacerle notar la incomodidad y, disimuladamente, oteo hacia su lado. Cuando se dio cuenta que todo aquello era para mirarlo nuevamente, se alegró y me sonrió más animosamente. Me vi obligada a devolverle una leve curvatura de los labios, pero rápidamente volví a esquivar esa mirada que de tan sincera me inquietaba. Y nuevamente el movimiento fue repentino. Casi inmediatamente volví la cabeza para corroborar con cierto desasosiego que ya no estaba a mi lado. Estaba bajando por la puerta del colectivo y le lancé una última mirada. Y él, sin dejar de regalarme su alegría, me saludó moviendo la mano con un gesto torpe, al tiempo que me dice "TAU! TAU!"
Y su padre, que lo sostenía en brazos, me miró como si recién notara que estaba allí.
No sé dónde está.
Ni idea de dónde la pude haber dejado.
En el colegio donde trabajo no está.
En la facu donde doy clases tampoco.
En danza, no la encuentro.
En casa, imposible. Busqué hasta el último rincón y no aparece.
Pensé, por ahí, entre los libros. Leo, pero nada.
En la escritura, menos que menos.
No puedo encontrarla y todo cobra una lividez que ni siquiera termina de resultar insoportable.
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.
Estoy sumergida en el fondo del océano.
Me estoy quedando sin aire.
Pataleo desesperadamente contra el remolino de agua que me tira hacia el fondo. Es una lucha desigual, pero finalmente logro asomar la cabeza en la superficie y respiro todo el aire que pueda entrarme en los pulmones. Es de noche. Hay una luz tenue, pero no hay luna.
Miro a un lado y al otro.
Nada.
El barco se fue. No lo veo, nunca lo vi, pero sé que se fue.
Escucho una voz a mis espaldas que dice: "Por qué no se sube a la balsa?". Giro la cabeza y veo a un viejito, muy viejito en un bote pequeño, pero resistente, de fibra de vidrio. El viejito tiene un remo en cada mano y me señala con la cabeza una balsa hecha de ramas gruesas, precariamente atadas unas a otras. -"Acá ya no va a pasar nadie. Reme hasta el faro." Y señala con la cabeza. -¿Qué faro?- le pregunto. -El que está ahí, no lo ve? - y suelta el remo para señalar con el dedo hacia un horizonte oscuro.
Yo miro hacia el horizonte que él señala y no veo más que oscuridad. Cuando vuelvo a mirar hacia donde estaba el viejito, había desaparecido.
Me subo a la precaria balsa y noto que no tengo remos, no hay con qué remar.
La balsa se va desarmando rápidamente y yo trato de ver cuál es la rama más gruesa para poder aferrarme y seguir flotando.
Y me quedo abrazada a una rama inerte, bajo un cielo sin estrellas.
Sin faro.
Sin remo.
Y el mar, que nunca estuvo más calmo.
Hace muchos, pero muchos años (ponele unos 25) y yo vivía en Comodoro en casa de mis padres, durante un tiempo por televisión, los sábados a las 5 de la tarde daban un programa sobre ballet.
Uno de esos sábados, sentados tomando mate con mi padre, vimos una coreografía maravillosa, extraordinariamente interpretada.
Luego de ese sábado no la volví a ver, pero cada tanto la recordaba.
Por esas maravillas de Youtube y del hyperlinking, hoy la descubrí, la re-descubrí. Y me vengo a enterar que era de Maurice Béjart.
Se las dejo porque cualquier palabra de acá en más, como en cualquier danza bien interpretada, está de más.
Fui a veresta película, una tristeza dibujada de belleza. Al salir del cine, en la zona céntrica, me dirijo, conmovida hacia la parada del colectivo. Cruzo el primer tramo de la 9 de Julio y el semáforo no me da para cruzar el siguiente tramo.
Está oscuro en el boulevard. La locura diurna del ir y venir constante del microcentro ha amainado.
Veo a un chico, joven- pero envejecido- tambalearse por el medio de la calle. Los autos lo esquivaban a desgano. Me ve en su ensoñación de pegamento aspirado. Por alguna razón no siento un ápice de miedo al verlo acercarse.
Hace un redondel con sus dedos índice y pulgar de la mano izquierda, mientras cierra el puño y levanta el índice de la derecha. Me mira y sus párpados parecen luchar desesperadamente por no cerrarse.
-Una monedita, por favor- me balbucea al tiempo que exhala aliento a tinto barato.
Yo me acabo de gastar mis últimos billetes en una entrada al cine y sólo me quedan las monedas justas para volver a casa.
-No tengo- le respondí entristecida, pero no por la moneda.
Y él, en su desgracia etílica y destilando el olor de una sociedad que apesta, me mira a los ojos y se pone la mano en el pecho.
-No importa. Igual, de corazón, te deseo lo mejor. Y yo, sin saber qué se hace con la soledad de saber, lo miro a los ojos.
-Yo también. La luz del semáforo da paso para el segundo tramo. Le digo que voy a cruzar y me pongo a caminar a paso ligero. Y antes de llegar al otro lado, escucho a mis espaldas un aliento que grita. -Gracias. Gracias, mujer.
Me subo al colectivo casi vacío y de la ventanilla lo veo, tambalénadose entre los autos.
Lloro. Todo el viaje de vuelta a casa, pues acabo de enterarme que "los magos no existen".
Almorzando en el colegio en mi hora libre y compartiendo mesa con las maestras de primaria : la Seño Norma, y la Seño Nélida.
Las dos con cierto rasgo común: gordas, con collares que se bambolean sobre las enormes tetas, pelo carré con tintura dorada y pulseras metálicas que golpetean entre sí cada vez que agitan las manos para explicarle al mundo cómo se señala con el dedo índice cuando uno cree que su visión del mundo es la única posible.
Y también claquean cuando inclinan la taza de "tecito".
SEÑO NELIDA
Hoy Silvia no vino porque está resfriada.
SEÑO NORMA
Y seguro! Si siempre viene con el pelo mojado.
SEÑO NELIDA
Ay, sí! Yo no sé por qué esa chica...
Se ve que le gusta salir con el pelo mojado.
SEÑO NORMA
Pero en invierno? A vos te parece?
Yo llego a salir con el pelo mojado yyyy...
SEÑO NELIDA
Yo me muero de la gripe!
SEÑO NORMA
Qué barbaridad!
(ME MIRA) no?
USHKA
No sé, yo me baño de noche.
SEÑO NELIDA
De noche??? Y qué?
Te acostás con el pelo mojado?
USHKA
Ajá, sí. No me gustan los secadores de pelo.
SEÑO NORMA
Ay, nena! Te vas a agarrar una pulmonía!
SEÑO NELIDA
Sí, o reuma!
USHKA
Perdón? Reuma?
SEÑO NELIDA
Claro! Cómo te pensás que te agarra reuma?
Es por la humedad, que se te va metiendo para adentro