miércoles, marzo 27, 2013

Abuelas

Mis abuelas no eran de este país. Una vino desde un país frío y lejano y la otra de un país cálido y más cercano. Y si bien no era de este país, para mí no eran de este mundo.
Raras fueron las veces que les escuché decir un "NO", pero con el tiempo me di cuenta que de igual modo fueron retribuidas por mí... ¿quién podía decirles que "NO" a esas voces cansinas que pasan por una garganta arrugada?
"¿No me vas a comprar algo al almacén?"
"¿No me traés los anteojos que me olvidé arriba?"

Y nunca les decía otra cosa que "Sí, abuela".

Con los años, y por suerte fue luego de muchos, ambas partieron. La herencia fue enorme, preciosa.
De mi abuela paterna, me quedan sus besos apretándome los cachetes entre sus manos y la receta de un strudel de manzanas que hoy comparto con quienes más quiero.

De mi abuela materna, me queda su voz dulce y su risa contagiosa, una receta de chipá y una carpetita tejida a crochet que me acompaña en el consultorio en cada sesión de mis pacientes.

Yo tuve la suerte de tener abuelas y tengo muchos recuerdos que forman parte de un legado que no olvido.

Como tampoco olvido a esas ABUELAS, que incansablemente buscan a sus nietos, arrancados de su familia, sin bajar ni por un segundo los brazos que se alzan reclamando justicia (y sin caer como mano dura).

Y es sin duda imperdonable el espanto que perpetraron los golpistas del '76. Porque hay cientos de nietos que no corrieron la suerte de tener esos recuerdos, aunque sí tienen la suerte de que las Abuelas los están esperando.

A 37 AÑOS ES NECESARIA LA JUSTICIA.

SI NO HAY RECUERDOS, NO HABRÁ OLVIDO... NI PERDÓN.

viernes, marzo 08, 2013

Se-da así

Después de la pizza con moscato Luis, Claudio y Armando disfrutaban en el patio de una de las últimas noches que el verano plácido les regalaba.
Luis, moscato en mano, dijo, "Che, ahí en mi morral traje las sedas que van a vestir lo que trajo Clau".
Claudio bebió de un gran sorbo lo que quedaba de moscato en su vaso, se levantó con ímpetu y revolvió en el morral de Luis. Sacó las sedas, manoteó en su bolsillo y tiró la pequeña bolsita plástica con las sedas justo enfrente de Armando, que se estaba sacando un orégano de entre los dientes.
"Te toca" le dijo Claudio.

Justo que estaba tirando de un papelito, suena el celular de Luis. En es preciso instante Claudio se da cuenta que no quedaba más moscato, ni nada y dice "Che, voy a la esquina a comprar unas cervezas".
Abre la bolsita y vierte el contenido en el papel. Luis dice "Aprovecho para salir con vos que tengo que recargar el puto crédito del celu". Ambos se fueron cuando él empezaba a enrollar. La puerta de calle se cerró y fue así... que se quedó Armando solo.