martes, junio 28, 2011

Su-rire

Iba sentada en el colectivo en un asiento doble. Tan repentino fue el movimiento, que lo noté cuando estaba ahí, muy pegado a mi costado izquierdo. 
Lo miré. 
Él me miró intrigado, con cierto aire inocente y me sonrió.
Yo desvié la mirada y lentamente giré la cara hacia la ventana, en un gesto que evitaba claramente cualquier contacto. 
Podía sentir su mirada clavada en mí. Acomodo el cuerpo sobre el mismo asiento para hacerle notar la incomodidad y, disimuladamente, oteo hacia su lado. Cuando se dio cuenta que todo aquello era para mirarlo nuevamente, se alegró y me sonrió más animosamente.
Me vi obligada a devolverle una leve curvatura de los labios, pero rápidamente volví a esquivar esa mirada que de tan sincera me inquietaba.
Y nuevamente el movimiento fue repentino. Casi inmediatamente volví la cabeza para corroborar con cierto desasosiego que ya no estaba a mi lado. 
Estaba bajando por la puerta del colectivo y le lancé una última mirada. Y él, sin dejar de regalarme su alegría, me saludó moviendo la mano con un gesto torpe, al tiempo que me dice "TAU! TAU!"


Y su padre, que lo sostenía en brazos, me miró como si recién notara que estaba allí.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Qué tierno,
esos momentos que nos hacen sonreir...

PBC dijo...

Los niños ven. Saben, entienden, sienten y sobre todo: hacen sentir =)