jueves, diciembre 01, 2011

CHAPTER 1


Pequeño adelanto de "El peso de las horas"


Petrificada.
Quiero hacer un movimiento, pero cada músculo de mi cuerpo se rebela contra la posibilidad de salir de esta posición. No siento nada, pero a la vez nunca estuve tan sensible. El piso está frío, lo sé porque cada centímetro de mi piel percibe la dureza del suelo que aún me sostiene. Puedo sentirlo, sin padecerlo,
sin disfrutarlo.
Es mi desnudez.
No, no es cierto.
Es la desnudez de un cuerpo que nunca fue mío. Tampoco fue ajeno, ni de nadie. Simplemente es un cuerpo desnudo que hoy me desconoce.

Escucho el zumbido de una mosca que me sobrevuela. Quiero seguir su recorrido infinito en el aire pero mis ojos no me responden. ¿Cuánto tiempo podré estar sin parpadear? ¿Cuánto tiempo durará esta perplejidad? ¿O acaso es asombro?

Si tan sólo quisiera quedarme quieta. Pero es absurdo. ¿Cómo querer la quietud cuando ya no hay nada que aquietar? Es este cuerpo que no me corresponde.
No me corresponde.
Ni tan siquiera tragar. Hasta los reflejos se niegan a hacer de éste un cuerpo de la necesidad. Ya no hay necesidad, nunca lahubo, pero ahora ni la creencia de que alguna vez la hubo. Esa creencia que empujaba a mis otras creencias que eran el norte, mi norte.
Lo intento, pero nada. Ni el impreciso movimiento de la punta de mis dedos del pie, ni el desesperado ajetreo de mis brazos intentando devolverme al mundo de la creencia. Me pregunto si será una cuestión de voluntad. No lo sé. Sé que la sensación es la de estar inmovilizada por lo que se desconoce. Como quien
queda encerrado en un cuarto completamente oscuro y silenciado, sin saber de sus dimensiones ni sus peligros. Habrá, entonces, que buscar a tientas una salida que tal vez no exista o que, existiendo, tal vez nunca se encuentre, y aún encontrándola, no se pueda atravesar.
Y nuevamente: la creencia.

Voy perdiendo la noción del tiempo. Ya no sé cuánto llevo aquí. Intento decir mi nombre en voz alta. No para recordarlo, sino para que algo vibre en mí, mis cuerdas vocales, mis tímpanos. No, no es abandono. Es que todo me traiciona. Es este cuerpo engañoso que me hizo creer que era mío y ahora me deja extrañada.

Lo intente o no, no hay respuesta. Sólo preguntas. Y tal vez sea momento de preguntarme antes de extinguirme.

2 comentarios:

Julián Torrado dijo...

Mencantó.
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M dijo...

me encantó!