viernes, septiembre 25, 2009

Rings a bell

Suena el timbre de la casa de mis padres un sábado a mediodía. Mi padre se acerca a la mirilla y observa del otro lado una mujer, con mucho ropaje, abrigo, cabello largo y una valijita en la mano.

Padre (a mi madre): Debe ser para vos. Es una de esas evangelistas. Yo no le pienso abrir.
Madre: La verdad que yo tampoco, no tengo ganas.

Vuelve a sonar el timbre insistentemente. Mi madre, quien se solidariza por sus años de evangelista, decide acercarse a la mirilla. Observa detenidamente, abre la puerta y le grita enérgicamente a mi padre.

Madre: ES USHKA! QUÉ TE PASA?? NO LA RECONOCISTE?
Padre: No, yo vi a alguien que parecía evangélica y no le abrí. ¿Y por qué te hiciste evangélica?
Ushka: ???
Madre: Tu padre no te quiso abrir porque pensó que eras una evangelista que venía a predicar.
Ushka: ???
Madre: ¿Ni siquiera por la hora te diste cuenta que podía ser ella?
Padre: No ibas a avisar para que te vaya a buscar?
Ushka: Avisé.
Padre: Mi teléfono no sonó.
Ushka: No hoy, pero avisé hace dos años, cuando empezaba todo esto que iba a estar viniendo seguido.
Padre: Evangelista, psicoanalista... bah! Venís a traer la palabra, no?
Ushka: ¿Y qué palabra querés que traiga si ella (señalando a mi madre) nunca me la dijo?
Madre: ¿Ahora tengo yo la culpa? Es él el que no te reconoció, eh?
Ushka: ...
Padre: ...
Madre: ...

Estoy segura que cuando vaya a mi próxima sesión, mi analista se va a decidir por un plasma 42" en cuotas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy grosa, hermosa

S A L dijo...

¡que bueno abrir el blog y ver algo nuevo! ya soy un adicto (lástima los largos períodos de abstinencia -reproche de idishe mame). Ahora, cuántas cuotas del plasma serán atribuibles al no reconocimiento y cuantas a la delación del otro progenitor.