Yo lo esperaba en la esquina del Café Noir. Él me dijo que podría reconocerlo por la camisa azul y los pantalones grises. Capaz fue por eso, pero no lo creo.
Fueron esos ojos, ojos negros como nunca vi en mi vida y que hicieron que lo reconociera inmediatamente para empezar a conocerlo poco a poco.
No tardó nada en hacerme reír a las carcajadas.
Y de pronto entendí, caminando codo a codo, por qué le dicen la ciudad luz, cuando sus ojos negros y su hablar rítmico e ingenioso iluminaron cada rincón de las calurosas callejuelas de París.
1 comentario:
Deb: ¡Es la ciudad de la luz! Y si llegás a ver a estas dos muchachitas tocando por ahí, no dejes de detenerte a escucharlas.
http://youtu.be/Y8SHb92uZNk
:)
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