1992
Me postulo para una beca de intercambio cultural por un año. Cometo un error llenando los formularios y en vez de ir a Australia o Nueva Zelanda, me llegan los papeles para ir a Dinamarca.
1993
Durante todo el año vivo en el país nórdico. Se abre una herida, pero una herida de las buenas, de esas que dejan marca sin dejar cicatrices. Nunca nada volverá a ser lo mismo... no es sólo una marca, es (Dina)marca.
2011
Siento que debo llevar mi formación psicoanalítica a otro nivel. Decido entrar a trabajar en el Hospital Borda. Por entero comprometida con la salud pública y gratuita en un país cuyo gobierno intenta persistentemente devastar el sistema de salud y educación públicos para que sólo los que puedan pagar tengan acceso a la "calidad". Trabajo ad honorem, como una gran parte de los profesionales del sistema público. Hasta ponemos dinero nosotros para el agua para el mate y el papel higiénico.
En Abril 2013, la policía metropolitana irrumpe en el hospital y a fuerza de cobardes bastonazos, tiran abajo uno de los talleres protegidos.
La lucha, la represión, los pacientes, la falta de recursos. Como no siempre hay suficientes consultorios disponibles, atiendo a mis pacientes en el comedor del servicio. Escucho historias de pobreza, locura y sufrimiento que me enseñan acerca de lo que es la humanidad.
Y es justo en ese instante, en medio de todo ese caos creado para debilitar las almas, que veo en un pequeño rincón del comedor un poster de "La ciudad vieja" en Århus, una de las principales ciudades de Dinamarca.
Y entonces pienso, no, mejor dicho, creo que está allí, que siempre ha estado allí, en un rincón de mi alma, para recordarme en aún en tiempos difíciles, hay una (Dina)marca que puede hacer toda la diferencia.
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