Entrego Trabajos Prácticos corregidos. Al final de la clase una alumna se acerca:
ALUMNA
Profesora, quería saber por qué mi trabajo está desaprobado.
No tiene ninguna corrección, ni nada.
USHKA
Pese a que su exigencia viene sin marcas de respeto alguno,
voy a contestarle: calificar un trabajo suele ser parte de la función docente,
y no (contrariamente a lo que muchos creen) un capricho del profesor.
ALUMNA
???
USHKA
Quiero decir, si su trabajo está desaprobado,
debe ser porque es inequívocamente malo.
ALUMNA
Bueno, pero yo quiero saber por qué.
No tiene correcciones, si no tiene correcciones
es porque debe estar bien.
USHKA
AH ajajaja su linealidad no me sorprende.
Me hace alguna gracia, pero no me sorprende.
A ver permítame su Trabajo.
Lo miro, leo brevemente la primera página.
USHKA
Ah, sí sí. Ahora lo recuerdo perfectamente.
ALUMNA
Y qué tengo mal?
USHKA
Usted utilizó el ejemplo del texto de Freud (el caso Signorelli).
Freud utiliza ese ejemplo para hablar del olvido de los nombres propios.
Tuerzo levemente el trabajo y le señalo con el dedo el segundo párrafo.
USHKA
Allí usted dice: "Freud utiliza un caso que le pasó a él. El olvido del
nombre propio, es decir, Freud se olvidó su propio nombre y se acordó
de Signorelli, Boticelli y Boltraffio..."
ALUMNA
Sí, y bueno, usé el ejemplo que diste en clase.
USHKA
Eso fue más que suficiente.
No necesité leer el resto del trabajo para darme cuenta de todo lo demás.
ALUMNA
No entiendo. Por qué no aprobé?
USHKA
Mmm... Deme nuevamente su trabajo.
Me lo llevo y se lo traigo la semana que viene.
A la semana siguiente le entrego el trabajo con la misma nota y un pequeño comentario al margen que decía:
"Entre las dos guerras en Europa Central existió un insulto favorito,
que adoptaba la forma de una pregunta. Solía preguntarse: “Dígame...
¿duele ser estúpido?” Desgraciadamente, no duele. Si la
estupidez se pareciera al dolor de muelas, ya se habría buscado hace
mucho lo solución del problema. Aunque, a decir verdad, la estupidez
duele... sólo que rara vez le duele al estúpido."
(Paul Tabori- La historia de la estupidez humana)