Petrona, única hija de Don Zoilo Quiroga y Ramona Jaramillo, había tenido una vida llena de los avatares de una niña de campo. Trabajó arduamente desde muy pequeña, esforzándose a la cruda arenga de su padre, quien no tuvo hijos varones: "Vo' m'ijita tené' que zer juerte como un hombre".
Hombre robusto y barbudo que Petrona recordaba siempre a caballo y con el rebenque en mano. Era emblemático. El mismo rebenque con el que azotaba animales era con el que se sentaba a la mesa y pegando un rebencazo, exigía "A'onde está la zena, Petra, carajo!". El mismo al que tantas veces "Petra" -como él la llamaba- le puso la espalda.
Y cuando aquel día el patrón le dijo a Zoilo que quería llevarse a Petra a la Capital, porque necesitaba una doméstica joven, y ella lo miró desafiante a los ojos y se negó, él empuñó el rebenque y le atizó la cara de un golpe. Esa fue la última vez que vio su rebenque. Así es, Zoilo nunca supo qué fue de aquel elemento, aunque sospechó que "La Petra" se lo había llevado.
Durante los más de 20 años que trabajó para los Ortiz, en el cuarto de 1.80 x 2.00 sin ventanas, colgaba de una pared el rebenque de su padre. Y cada noche, antes de dormirse, pensaba si había alguna diferencia entre el rebenque de su padre y el tono permanentemente despectivo de la Familia Ortiz.
Pero fue la mañana de su cumpleaños número 43 -que nadie recordó- que tomó la decisión. Todos esos años pasando por la puerta de la Sinagoga de camino a la verdulería, y escuchando a los religiosos acercarse al Rabino Horowicz a saludarlo con un cordial "Buen día, Rebe", o a preguntarle cosas de la vida.
Y el Rebe escuchó cada uno de sus dolorosos relatos, contando los tiempos de un sufrimiento que la hizo vagar por más de 40 años.
Cuando dejó la casa de los Ortiz para contraer matrimonio con el Rabino, se llevó toda sus cosas excepto aquel objeto, que miró por última vez para descolgarlo y dejarlo en el suelo, caída, ya depuesto.
Y cuando ahora Ruth, nombre de la mujer en que se ha convertido, es azotada por las pesadillas de un pasado ominoso, no tiene más que buscar a su amor en algún rincón de la casa por el que esté leyendo y hacerle la pregunta. Esa pregunta que sólo él puede responder.
-Rebe?
-Mm...que?
-...
Y ella lo mira, sonriendo apaciguada.
3 comentarios:
Sos como un landrizina...
BUenisimo
primera persona a la que la religion desesclavizo...
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