Se suben al colectivo. Ella pasa y él paga (por los dos). Los cuatro primeros asientos estaban libres, de esos asientos que van enfrentados.
Él, en un gesto ya incorporado de caballerosidad, la deja pasar para que se siente. Ella, en lo que pareciera otro gesto incorporado, curiosamente, se sienta en uno de los asientos que da la espalda al frente. Uno sabe entonces, desde ese lugar, que la cosa avanza porque ve cómo van pasando las cosas por el costado.
Él observa el movimiento de ella. Como sorprendido. Pero no parece sorpresa por la actitud de ella, sino como sorprendido de no haberlo notado antes. Duda un instante, pero ella golpetea el asiento de su lado. Él se deja caer pesadamente, cansinamente con un cuerpo que últimamente le viene provocando algunas incomodidades. Es claramente un cuerpo varonil, pero parece que él lo hubiera olvidado.
Ella no.
Es más pareciera, aún con una mirada ligera, que ella ha jugado con su cuerpo desde siempre. Un extraño juego con un cuerpo de niña aumentado. No hay en su figura, a no ser por su tamaño real, nada que permita pensar que ese cuerpo es de mujer. Es delgado como el de un niña delgada.
Ella saca de su morral un sobre y extrae de él unas fotos.
- Salieron lindas, no?- dice ella con una voz tan suave que si uno cerrara los ojos y los abriera no encontraría a la niña que dijo esas palabras.
Él las pasaba, una tras otra... una y otra vez en un gesto repetitivo.
-Te gusta como salieron?- insiste en su tono aniñado.
Él hace un silencio, breve pero contundente.
-¿Te diste cuenta que en todas las fotos salís mirando a otro lado?- dice él con igual contundencia.
-¿Cómo?
-En todas las fotos tenés la mirada siempre hacia otro lado. Siempre mirando hacia otra parte.
-Sí, siempre- susurra ella mientras se encoje de hombros, como si ese cuerpo pudiera encojerse aún más sin desaparecer. Se sonríe con timidez ensayada e inclina levemente su cabeza hacia el costado. Hace un pestañeo prolongado y al descubrir los ojos, él nota ya sin sorpresa, que miraban hacia arriba.
Él mete las fotos en el sobre, se para de repente, pero sin brusquedad y se sienta en el asiento de enfrente. Ese que va mirando adelante. La mira como si hubiera comprendido algo. Estira la mano y le da el sobre. Ella lo agarra y sin devolverle la mirada, lo guarda en su morral. Y se queda mirando por la ventana mientras él, con sus ojos fijos en ella, parece estar viendo algo más.
O tal vez, algo que ya no está.
5 comentarios:
a la MIERDA!!!!!!!, es lo mejor que escribiste.
extraordinario.
Muy, muy bueno.
Me gustó mucho.
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bien. ta´weno.
muy bueno ushka, en serio.
iba leyendo y veía la escena, ahí, bien clarita. una suerte de mezcla de ser una polaroid y una escena de cine. me gustó mucho.
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