lunes, abril 18, 2016

Run for your life

Vivo en la Casa Armenia de la Cité Universitaire de Paris. Una residencia de estudiantes universitarios.
Sí, vivo con veinteañeros.
Sábado a la mañana, temprano, golpean la puerta de mi habitación. Mi amigo H. vestido con equipo deportivo y una camperita estilo Adidas, atrás decía inconfundiblemente ARMENIA, en caso de que alguien le quede la mínima duda. Con su aire deportivo de futbolista listo a salir a quemar los botines, me mira y con el pulgar señala hacia atrás de su espalda.

H
Vení, vos y yo vamos a empezar  a correr. 

USH
Perdón? Capaz que como es sábado y acabo de levantarme
todavía no bajé la actualización de francés
para hangovers. 

H
Vamos a empezar a correr los sábado por la mañana.
Vas a ver que te va a hacer bien. 

USH
Cariño, tal vez sea la presbicia, pero yo no veo
cómo ir a correr con un muchachito de 25 años,
ex jugador de futbol casi profesional pueda hacerme bien. 

H
No exageres. 
Venis conmigo y yo te voy a entrenar. 
Así no te quejás de que estás gorda.

USH
La semana pasada me puse a dieta, es más, hasta
dejé de tomar y lo único que perdí fueron
10 valiosos días. 

H
Allez! C'est bon, 
on y va. 

Corrimos media hora sin parar.

H
Francamente, Ush, estoy sorprendido.
Aguantaste bien. 

USH
Es el efecto del vino de anoche.
Tengo el cuerpo anestesiado.

Dicen que estar con gente joven revitaliza.
Mienten. 
Corrí media hora, dormí 3 de siesta. Evidentemente ya no estoy para estos trotes. 




jueves, abril 14, 2016